Después de más de año y medio sin poder asistir a partidos en directo de mi equipo, la vuelta al templo (con mascarillas y aforo reducido) se produce en un escenario de lujo: contra el campeón de la liga y con el mítico Trofeo en juego. El Atlético golpea primero, pero el Cádiz se rehace y consigue empatar en el tramo final del encuentro. Se vienen los penaltis.
Nos ponemos con ventaja rápidamente: nuestro portero detiene su primer penal, y el resto son todo aciertos hasta el 4-3. Le tocaba tirar a los de Simeone: si fallaban, el Trofeo se quedaba en casa. Y ahí es donde entramos la afición desde el Fondo Sur al ver acercarse al hijo del entrenador a por la pelota, Giuliano Simeone. El resto es pura poesía digna del mejor encuentro de la Liga Grinsola:
(FF hasta minuto 1:54)
"Enchufao, enchufao". Empezamos dos o tres. Rápidamente se va sumando al cántico todo el fondo y parte del resto del estadio. El pobre chaval lo escucha y vemos cómo se le cambia la cara en cuanto se da cuenta de lo que está pasando. Como no podía ser de otra manera, lo mandó fuera.
Y así es como la carguita gaditana ayuda a sumar un nuevo Trofeo para las vitrinas del club, ¡y ya van 9!
¡Qué grandes sois, cohones! Sin duda, en un momento de tensión como puede ser lanzar un penalti decisivo estos gestos marcan la diferencia de una forma radical.